La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido una alerta grave sobre el crecimiento alarmante de la resistencia a los antibióticos, un problema que representa una de las mayores amenazas sanitarias del futuro. Según datos recopilados entre 2018 y 2023, la resistencia a los antimicrobianos ha aumentado un 40 por ciento, lo que indica un ritmo de crecimiento más rápido que el progreso médico moderno.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, advirtió con firmeza sobre la gravedad del problema. “La resistencia a los antimicrobianos está creciendo a un ritmo más rápido que los avances de la medicina moderna”, sostuvo. La preocupación es justificada, ya que la falta de opciones efectivas para tratar enfermedades infecciosas puede llevar a una epidemia global.
La resistencia a los antibióticos surge cuando las bacterias y otros microorganismos desarrollan mecanismos de supervivencia para sobrevivir al tratamiento con antimicrobianos. Esto puede ocurrir debido a la sobreutilización o el uso inapropiado de estos medicamentos, lo que selecciona las cepas más resistentes en lugar de eliminarlas.
La OMS señala que esta tendencia no se limita a un país o región en particular. En todo el mundo, la resistencia a los antimicrobianos está aumentando, lo que pone en peligro la salud pública y la capacidad para tratar enfermedades graves como la tuberculosis, la malaria y las infecciones urinarias.
Entre los factores que contribuyen al crecimiento de la resistencia a los antibióticos se encuentran la falta de vigilancia y control en la producción y uso de antimicrobianos, la sobremedicación en animales y la contaminación del medio ambiente con residuos de antimicrobianos.
La Organización Mundial de la Salud está trabajando para abordar este problema de manera efectiva. Entre las medidas que se están implementando figuran la promoción del uso responsable de antimicrobianos, la mejora de la vigilancia y control en la producción y uso de estos medicamentos, y la investigación de nuevos tratamientos y vacunas.
En el nivel individual, cada persona puede contribuir a mitigar este problema. Algunas sugerencias incluyen reducir el consumo de antibióticos prescritos por los médicos solo cuando sea estrictamente necesario, informar sobre cualquier uso inapropiado de antimicrobianos y apoyar la investigación y desarrollo de nuevos tratamientos.
En resumen, la resistencia a los antibióticos es un problema grave que requiere una acción urgente y coordinada. La Organización Mundial de la Salud está trabajando para abordar esta amenaza sanitaria, pero cada individuo también puede hacer su parte al promover el uso responsable de antimicrobianos y apoyar la investigación en este campo.